Lección 28
La vanidad ha sido descrita como la aceptación de una imagen falsa del ser (el yo) y de las habilidades de uno. Por supuesto, todos tenemos de alguna manera una imagen falsa de nuestras habilidades hasta que lo reflexionamos, e incluso se nos sugiere constantemente que tenemos estas habilidades. A menos que uno sea extremadamente cuidadoso, extremadamente capaz de prestar atención y vea la necesidad de hacerlo, uno rápidamente se ve atrapado de nuevo en la vanidad, creyendo que uno tiene habilidades que no tiene, tales como, “puedo caminar”. Realmente, solo X sabe cómo caminar el cuerpo. Puedo reportarle a X que quiero ir a la puerta y abrir la puerta. De repente vemos el caminar y, por supuesto, experimentándolo, la vanidad dice: “Lo estoy haciendo”. Luego, por supuesto, defendemos la idea de que lo estamos haciendo con gran esfuerzo y, por supuesto, eso se llama orgullo.
Hay un libro muy antiguo llamado Eclesiastés que habla mucho sobre esta vanidad. Sugeriremos que para esta semana puedas familiarizarte un poco con el libro de Eclesiastés. Leeremos de él y lo discutiremos, considerándolo a la luz de la Enseñanza y como se aplica, y puede que demos algunos pequeños puntos sobre el libro. Se dice que Eclesiastés fue escrito por un Maestro en una escuela. Una de las antiguas Escuelas se llamaba la “Casa de Israel”. Tenía varias ramas diferentes. Luego “La casa de Israel” fue seguida por la “Casa de Salomón” y tenía varias ramas. Luego cuando las escuelas se extinguieron, cada maestro estaba cada vez más alejado de la claridad original, se quedaron con el ritual. Encontramos que retoma, la historia de esta Escuela, cuando los escribas, los fariseos y los saduceos la dirigían y la habían convertido en un método puramente ritualista, que practicaban el ritual, pero sin ninguna razón conocida de por qué.
Por ejemplo, unos de los rituales era “lavarse las manos”. Uno se lavaba las manos antes de comer; representando que uno estaba libre de contaminación antes de tocar los alimentos. Ahora bien, esto se usaba para recordar, no solo por razones de salud y gentileza, sino también como recordatorio, para recordarle a uno que la mente capta, y por lo tanto, se considera manos, ciertas sugestiones, opiniones y conceptos. Y que además uno debía tener la mente o el ser interior lavado de cualquier contaminación de la sugestión desde ese día antes de que uno tomara una idea y comenzara a trabajar con ella, porque las ideas con las que experimentamos son las que edifican el cuerpo espiritual. Por lo tanto, estas ideas son alimentos crudos y si fueran tomados por las manos de la mente que estuviera contaminada por la sugestión, entonces esos alimentos estarían contaminados y serían perjudiciales para el cuerpo espiritual. Por lo que con el paso del tiempo, quedó en el olvido todo lo referente sobre tomar el alimento espiritual, las ideas espirituales, y lavarse las manos antes de comer solo permaneció como un ritual.
Y, por supuesto, el gran Mesías trato de señalar esto por muchos medios diferentes, incluso comiendo sin lavarse las manos para señalar a la gente el paralelo de que estaban ingiriendo alimentos espirituales contaminados sin lavarse las manos mientras hacían un gran lio sobre lavarse las manos antes de comer alimentos literales. Les dijo que lo que venía de fuera no los pisoteaba ni los contaminaba, sino lo que surgía de esto dentro, en el estado interior del hombre, las “manos interiores” que aceptan conceptos sin verificar si uno está lleno de vanidad, avaricia u orgullo o aún está revoloteando en torno a los ideales. En otras palabras, uno debe “lavarse las manos” todos los días antes de ingerir “alimentos”. Y las manos a las que se hace referencia, por supuesto, son los aspectos espirituales del hombre que capta una idea y comienza a aceptarla sin experimentación porque le atrae a alguna contaminación que ha penetrado en la mente o en “las manos de la mente” de este día.
Eclesiastés dijo, comenzando aproximadamente en el versículo 12: “Yo, Eclesiastés, fui rey sobre Israel en Jerusalén.” En otras palabras, anuncia que él fue la cabeza de la Escuela de la Casa de Israel en la ciudad de Jerusalén. Había otras Escuelas en otros lugares y alguien más fue maestro sobre esas Escuelas. Ahora, es llamado un Rey. Es fácil de tomar esas palabras de rey a maestro, etc. Él cuenta sobre su crecimiento desde el tiempo de ser un estudiante hasta que fue Rey. Ahora bien, el hecho de que cuente lo que sucede no significa que él ya era el Rey cuando comenzó a hacer esto, pero cuenta su historia de sus esfuerzos como estudiante, lo que observó. Descubriremos que si bien las palabras pueden ser algo diferentes, las ideas son exactamente las cosas con las que pasamos hoy.
Entonces comienza, “Yo, Eclesiastés, fui rey sobre Israel en Jerusalén, y,” esto fue antes de que fuera rey sobre Israel, “Propuse en mi mente inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del sol”. ¿No lo hacemos todos en algún lugar de nuestro camino, posiblemente cuando estábamos en la universidad o poco después, o tal vez incluso en la escuela secundaria? Algunos de nosotros incluso antes decidimos que éramos capaces de buscar todas las cosas sabiamente. Sentimos que ya éramos capaces de ser capaz de discernir, sin ningún conocimiento del ser (el yo), lo que se hacía mejor debajo del sol; pensamos que podíamos hacer todo. “Esta penosa ocupación dio dios a los hijos de los hombres”. En otras palabras, debemos hacerlo pero generalmente no sabemos cómo. Y dice, “para ser ejercitado allí dentro”, para trabajar en ello. “He visto todas las cosas que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu”. Entonces, cuando el hombre se propone, primero con la idea de que es lo suficientemente sabio como para discernir todas las cosas que se hacen debajo del sol y que las comprenderá todas, es primero en vanidad y la vanidad trae aflicción de espíritu, aflicción de la conciencia y agravación. “Los perversos son difíciles de corregir y el número de necios es infinito”. Estaba bastante seguro de que podía discernir “lo que debería ser”, y así entonces había muchas personas perversas; había muchas personas que no hacían “lo que debían hacer”, y vio un numero infinito de necios. Por supuesto, todos ellos debían ser corregidos, ¿no es así? Eso es vanidad.
“Hablé yo en mi corazón, diciendo,” esto fue hace mucho tiempo mientras él era un estudiante, “He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi mente ha contemplado muchas cosas sabiamente y he aprendido”. ¿Suena como muchos de nosotros, que realmente hemos sido capaces de resolverlo? ¿Suena como mucho de lo que vemos, leemos en las noticias, visitamos o escuchamos en un discurso, hombres que dicen que han resuelto todo y saben “lo que debería ser?” “Si pudiéramos tener esta utopía, entonces, ¿no sería maravilloso? He aprendido todas estas cosas según mis cálculos. Incluso podría haber usado mi computadora y ahora pues sabemos “lo que debería ser”.
Eclesiastés continua y dice: “Dediqué mi corazón a conocer la prudencia, el aprendizaje, los errores y los desvaríos. Le preocupaban los opuestos y para preocuparnos por los opuestos debemos tener el ideal. “He percibido que aun en estos también había labor y aflicción de espíritu”. El vio que no había más que problemas, siempre había una segunda fuerza tratando de interferir cuando uno tiene tal vanidad que piensa que sabe lo que debería ser. “Porque en la sabiduría hay mucha indignación”. Uno se enoja mucha en la sabiduría de uno de que uno sabe lo que debería ser y otros están interfiriendo con eso o no van a entender o no los puedo convertir a ver mi punto de vista; así uno se indigna mucho. Uno esperaba que todos estuvieran enormemente encantados de que les dijera lo que debería ser y, por supuesto, uno se desilusiona, se siente herido, busca culpar, y, por supuesto, encuentra que el mundo está lleno de perversos y necios y uno se vuelve muy indignado. “Y el que añade conocimiento, añade también labor”. Entonces, cuanto más conocimiento acumulaba, más cosas él veía que debían hacerse. Ahora bien, este conocimiento es el conocimiento de la vanidad, aprender lo que debería ser, aprender de los libros, las ideas y las ideologías de lo que debería ser.
Entonces, más adelante, mientras aún era un estudiante y en su camino antes de convertirse en maestro de la Escuela, dijo: “Dije yo en mi corazón”, esto fue en el pasado, “iré y abundaré de deleites y gozaré de todas las cosas buenas”. Perseguiré a mamón. Ganaré placer y comodidad y gozaré de todas las cosas buenas. Él sabe lo que es bueno y por eso ha pensado muy bien servir a mamón como tú y yo y todos los demás. “Más he aquí, esto también era vanidad”. Descubrió que esos solo eran los pensamientos de vanidad, pensando que se lo que debería ser. “Más tarde conté el error”. Sabía lo que debería ser, que uno nunca debería reír, que uno debería ser una persona mortalmente seria y sobria porque, después de todo, esto era un asunto serio, tratar de hacer que las cosas sean como deberían ser. “A la risa dije, ¿Porque te engañas vanamente?” Veras, él sabía lo que debía ser, que uno nunca debería reír y que cualquier cosa que uno viera como una relación peculiar, que uno no podía ver lo divertido en ello.
“Pensé yo en mi corazón”, esto fue cuando aún era un estudiante, “retirar mi carne del vino para que pudiera volver mi mente a la sabiduría”. Estaba muy seguro de que podía conocer la sabiduría. El Vino, ves, es la verdad, y él quería apartarse de la verdad y descubrir de sí mismo. El vino se considera que son los hechos que la Escuela enseña y él sintió que podía hacerlo mejor cuando aún era un estudiante, por lo que recurriría a la sabiduría, que realmente es la vanidad que incluso puedo saber lo que es la sabiduría. “Y podría evitar los desvaríos y ver lo que es beneficioso para los hijos de los hombres”, lo que deberían tener. ¿Cuantos de nosotros sabemos lo que todos los demás deberían tener? Así que él iba a establecerse, ignorar la Enseñanza, e iba a descubrir lo que era beneficioso para los hijos de los hombres y lo que debían hacer debajo del sol. Iba a encontrar el ideal de todos los ideales “todos los días de su vidas”. Él sabía, posiblemente como muchas personas lo saben hoy en día, que uno debería tener cierta educación forzosa y además que uno debería tener pleno empleo. Uno debería tener una casa, ropa, etc., como todos los demás, todos iguales, y ese buen día él puede retirarse, y el estado es el propietario de todo. Porque como ves, él quería saber lo que debían hacer debajo del sol todos los días de sus vidas, desde la cuna hasta la tumba, ¡seguridad absoluta!
“Ahora me hice grandes obras, me construí casas, planté viñas. Hice huertos y jardines, y planté en ellos arboles de todo fruto y me hice estanques de agua para regar de ellos el bosque de los árboles jóvenes”. Él sabía lo que debía ser. Estaba construyendo una utopía. Y dijo: “Compré mis siervos y siervas”. Tenía poder sobre ellos, se sentía muy importante. “Y yo tuve una gran familia y tuve manadas de bueyes y grandes rebaños de ovejas”. Hoy diríamos que tenía una gran computadora, una gran flota de camiones, grandes fábricas, y tenía una gran combinación, un gran grupo de industrias combinadas bajo uno. “Y más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén”, todos los que había en el área en la que vivía, tenía todo lo que necesitaba que fuera. “Me amontoné plata y oro”, él sabía lo que debía ser, tener seguridad. “Y la riqueza de reyes y provincias, me hice de cantores y cantoras, y los deleites de los hijos de los hombres, copas y vasos para servir el vino”. Ganó placer y escapó del dolor en todos los niveles y tuvo poder sobre otros. El estaba teniendo mamón en su juventud temprana, mientras era estudiante y sabía más sobre cómo deberían ser.
“Y superé en riqueza a todos los que fueron antes de mí en Jerusalén”, él era el hombre superior del tótem. “Además conservé conmigo mi sabiduría”, esta sabiduría de saber que había acumulado, que sabía lo que debería ser. Así que todavía lo tenía con él, todavía estaba firmemente convencido de que sabía lo que era bueno y le llamó su sabiduría. “Y que todo lo que mis ojos desearan, yo no les negué”, sirvió a mamón. “Ni aparté mi corazón de disfrutar de placer alguno y que se deleitara de las cosas que había preparado y estimé esto mi parte”, este era el verdadero propósito del hombre, hacer uso de mi propia labor. “Y cuando me volví a todas las obras que mis manos habían realizado y las labores en las que me había ocupado en vano”, porque ¿qué le habían traído? Solamente un poco de placer y comodidad.
No tenía cuerpo espiritual alguno, aún estaba dormido, sirviendo a mamón. “Vi en todas estas cosas vanidad y aflicción de la mente y que nada duraba debajo del sol”. Comenzó a tener un pequeño despertar en cuanto a todas las cosas que había acumulado, no tenía nada real, eran todas ellas cosas que simplemente le daban sensaciones. Él no tenía cuerpo espiritual alguno. Así que aquí estamos escuchando a un estudiante que había evolucionado al estado de ser un Maestro de una de las grandes Escuelas, la Casa de Israel en Jerusalén. Y encontró, en su esfuerzo por apartarse de la Enseñanza de la Escuela, que descubriría lo que debería ser. Que serviría al ideal, serviría a los cuatro impulsos básicos duales, y cuando lo miró, comprendió que era vanidad, que no había sabido lo que debería ser y que no había nada duradero, que tenía en absoluto. Eran todas ellas cosas que desaparecerían hoy y él no tenía cuerpo espiritual. Él no era realmente consciente.
Luego él dice, “Pasó más”, en otras palabras, él comenzó a estudiar un poco aquí. “Paseé más para ver la sabiduría y los errores y la necedad”. En otras palabras, comenzó a ver que la sabiduría que tenía y los errores y la necedad eran todos sobre lo mismo. Entonces, esta es la sabiduría del mundo que él tenía, la sabiduría que dice que sabemos lo que debería ser, debemos construir para nosotros una utopía y debemos ganar placer. “Y vi que la sabiduría sobrepasaba a la necedad, como la luz difería de la oscuridad”. El comenzó a ver, tal vez, lo que es la verdadera Sabiduría, no su sabiduría, sino la verdadera Sabiduría, la Sabiduría que proviene de la Enseñanza que dice que uno se desidentifica del ser (el yo) cuando comienza a observar. Entonces vio la diferencia, que realmente la sabiduría del mundo es necedad. Se dice en muchos lugares, “La sabiduría del hombre es necedad para con dios”.
“Que es el hombre, dije yo, que puede seguir al Rey, su creador”. En otras palabras, que es el hombre que puede servir a X? Él ahora está comenzando a bajar de tamaño. “Y vi que la sabiduría sobrepasaba a la necedad, como la luz difería de las tinieblas. Los ojos de un hombre sabio están en su cabeza, más el necio anda en la oscuridad”. El necio piensa que es muy sabio, ¿no es así? Porque sabe lo que debería ser. El anda en la oscuridad, sirviendo a mamón, pero los ojos de un hombre sabio están realmente en su cabeza, atento para observar, observar el ser (el yo). “Luego entendí que morirán, tanto el uno como el otro”. El necio y el sabio morirán, tanto el uno como el otro. Ves, la sabiduría del hombre muere, y el necio muere. “Yo” que no tiene un cuerpo espiritual ya está muerto y por lo tanto, realmente no tiene nada. “Y entonces dije yo en mi corazón”, ahora surge la duda ya que vio y entendió algo y dijo en su corazón, está formando una opinión aquí. “Si la muerte del necio y mente serán una, ¿de que me sirve que me haya dedicado más al estudio de la sabiduría?” Entonces él dice, ¿de qué me sirve estudiar la Enseñanza? Al parecer todos mueren en algún lugar del camino. Ves, todavía estaba siendo engañado por la apariencia, la apariencia del cuerpo físico, y todavía no había discernido del todo que existe un cuerpo espiritual y que el cuerpo espiritual es algo real, algo que perdura, algo que no se deteriora. Pero seguía engañado por las apariencias al ver que el cuerpo físico de todas las personas, al parecer, muere.
“Y hablando con mi propia mente”, en otras palabras, hablando con el condicionamiento, “percibí que esto también era vanidad”, porque él le había dado mucho valor a algo. Si esta persona muere físicamente y esa de allí muere físicamente, entonces todo es en vano. Solo hay que “yo” pienso que “yo” sé lo que debería ser, que el cuerpo físico debería permanecer. Verás, es muy difícil para el hombre que está observando la forma física concebir que él puede salir adelante sin ella. Él no se da cuenda de que puede tener la posibilidad de edificar un cuerpo espiritual, que aunque muera el cuerpo físico, él puede retomarlo. El Mesías lo demostró, que es el cuerpo real, el cuerpo espiritual, el marco de referencia espiritual que tiene realidad, que puede existir para siempre y que puede hacer lo que quiera con el cuerpo físico. Lo puede dejar; lo puede retomar. Si algo lo daña o lo destruye, se puede restaurar rápidamente, y puede cambiar de forma, apariencia, y cualquier otra cosa porque el cuerpo espiritual está allí. Sin el cuerpo espiritual estamos muy apegados o identificados con el cuerpo físico. No vemos que ese es el instrumento de X y que sin un cuerpo espiritual estamos constantemente dando información falsa a X desde el ser (el yo) y que opera sobre él y en efecto lo destruye.
“Y ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre. Y los tiempos cubrirán todas las cosas con el olvido”. En otras palabras, es importante tener atención, tener un cuerpo físico, y ¿no fue inútil si no iba a ser recordado y no tendría atención y aprobación en los años venideros? “El instruido muere de la misma manera que el ignorante y, por lo tanto, estaba cansado de mi vida y vi que todas las cosas debajo del sol son malas, y todas son vanidad y aflicción de espíritu”. Aquí es el punto en el que la persona podría comenzar a utilizar la Enseñanza. Él estaba comenzando a ser consciente de que no conocía el propósito de vivir. Estaba comenzando a cuestionarlo. Estaba comenzando a decir que aunque lo tenía todo, que realmente estaba cansado de todo porque lo había tenido todo. Ahora estaba en cierto modo, podría decirse, en el estado de aburrimiento. Se había levantado de algún lugar abajo en los estados de ser y estaba al menos en el aburrimiento, comenzando a cuestionar el propósito de vivir, que es el único momento en el que podemos convertirnos verdaderamente en estudiante. Antes de eso, hemos estado expuestos a la Enseñanza como lo había estado este hombre y lo estaba de nuevo.
Y dice de nuevo, “aborrecí toda mi aplicación en la que si me hubiera ocupado seriamente debajo del sol, gustado tener un heredero después de mí”. En otras palabras, él se había esforzado y luchado y realmente pensó que había sido más que nada un desperdicio. ¿Para qué había sido todo? Para servir a mamón. “No sé si será un hombre sabio o necio”. Él había acumulado todo esto y alguien más tomaría posesión de ello, por lo que no sabía si será un hombre sabio o necio. “Y él se enseñoreará de todos mi trabajos en los que yo he laborado y he sido solícito. Y ¿hay algo tan vano? ¿Hay una imagen tan falsa que el hombre piensa que ha hecho algo que vale la pena cuando ha acumulado un gran patrimonio o una gran fortuna? Él no sabe lo que será de ello. El piensa que lo está haciendo con algún propósito que vale la pena, que ha construido algo maravilloso, pero ¿lo sabe o es vanidad de nuevo? El piensa que sabía lo que debería ser.
Me gustaría que para esta semana tomen notas sobre este libro entero de Eclesiastés. Está escrito por un Maestro que relata su recorrido de un estudiante que no vio el valor de la Enseñanza a uno que lo vio. El relata en gran medida una autobiografía de “yo” y “yo” y “yo”, de todos los que leeremos la historia. Puedes leerla y cambiar el nombre de Eclesiastés a tu nombre, sea cual sea, Juan, María, el que sea. Debido a que es una autobiografía, es posible que no hayamos podido obtener todas las cosas que Eclesiastés dijo que obtuvo. Pero hemos tenido nuestros automóviles, cuentas bancarias, muebles, nuestro apartamento, nuestra casa, educación, nuestro empleo, todo lo que encajaría en las mismas cosas que Eclesiastés dijo que tenía en la suya, y que descubrió que eran todas vanidades, una imagen falsa de sí mismo. Porque el verdadero Yo estaba profundamente dormido y sirviendo a mamón y no hubo ningún crecimiento ni ampliación de Sabiduría (con mayúscula). Notarás que sabiduría se escribe aquí con minúscula y en otras partes con mayúscula. Eso significa que se refiere a la Sabiduría que uno obtiene de la auto-observación, observación del ser (el yo) y las cosas que uno experimenta aquí. Estudia el libro de Eclesiastés como si lo hubieras escrito tú mismo, y en lugar de Eclesiastés es Juan o María.
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